Los Testigos de Jehová, conocidos por sus prácticas religiosas distintivas y su enfoque en la evangelización, observan la muerte de Jesús a través de una ceremonia que ellos denominan la Conmemoración de la muerte de Cristo o la Cena del Señor. A diferencia de muchas otras denominaciones cristianas que celebran estos eventos con festividades como la Pascua, los Testigos de Jehová realizan una conmemoración anual que se centra en la reflexión y el respeto por el sacrificio de Jesús.
Esta ceremonia se lleva a cabo una vez al año, coincidiendo con la fecha de la Pascua Judía, Nisán 14 en el calendario bíblico, lo que usualmente cae en marzo o abril del calendario gregoriano. Durante la Conmemoración, se invita a los asistentes a reflexionar sobre el significado del sacrificio de Jesús y su importancia para la humanidad, según las creencias de los Testigos de Jehová.
La comunidad cubana, tanto dentro de la isla como en el exilio, participa en esta observancia religiosa sin excepción. A pesar de los desafíos que pueden enfrentar debido a diferencias culturales, políticas o de cualquier otra índole en sus respectivos entornos, los Testigos de Jehová cubanos se unen en este día para conmemorar la muerte de Jesús de una manera que consideran bíblicamente correcta y significativa.
En la ceremonia, que es abierta a todos, independientemente de si son miembros de la fe o no, se presentan discursos que explican la importancia del evento y se invita a los participantes a reflexionar sobre cómo el sacrificio de Jesús afecta sus vidas personalmente. Se pasan emblemas —pan sin levadura y vino tinto— que simbolizan el cuerpo y la sangre de Cristo. Sin embargo, en conformidad con su interpretación de las Escrituras, solo los que creen tener una esperanza celestial participan del pan y el vino, mientras que la mayoría se abstiene, pero participa en la reunión como un acto de respeto y conmemoración.
Para los Testigos de Jehová en Cuba y en la diáspora, esta conmemoración es una parte central de su fe, enfatizando su compromiso con las enseñanzas de la Biblia y su esperanza en las promesas que, según creen, Jesús hizo posible a través de su muerte. Este evento no solo sirve como una observancia religiosa, sino también como una oportunidad para reafirmar su sentido de comunidad y solidaridad, independientemente de las distancias geográficas o las barreras políticas que puedan separarlos.
