La práctica de tergiversar declaraciones o recomendaciones provenientes de entidades extranjeras, como la Oficina de Intereses de Estados Unidos (que funcionaba en La Habana antes de la reapertura de la embajada estadounidense en 2015), es un fenómeno observado en diversos contextos autoritarios o dictaduras, incluida Cuba. Este mecanismo puede ser utilizado por el gobierno cubano para varios fines, entre ellos:
1. Reforzar la Narrativa Gubernamental
Tergiversar las palabras de entidades extranjeras permite al gobierno reafirmar su narrativa sobre la soberanía nacional y la resistencia ante lo que percibe como influencias o injerencias externas. Al distorsionar las recomendaciones o declaraciones, pueden presentarlas como intentos de socavar el gobierno o la estabilidad del país, fortaleciendo así el discurso de unidad frente a un enemigo común.
2. Controlar la Opinión Pública
Mediante la manipulación de la información, el gobierno busca controlar la percepción pública sobre temas sensibles o críticos. Si las recomendaciones de una oficina internacional sugieren cambios o mejoras en aspectos políticos, económicos o sociales, tergiversar estas sugerencias puede ser una estrategia para minimizar el impacto de dichas recomendaciones en la opinión pública y evitar cuestionamientos al status quo.
3. Legitimar Acciones Gubernamentales
En ocasiones, el gobierno puede usar la distorsión de declaraciones para justificar medidas represivas o políticas controvertidas. Al presentar las recomendaciones externas como agresiones o amenazas, se busca legitimar respuestas que, bajo otras circunstancias, podrían ser vistas como excesivas o injustificadas.
4. Desviar la Atención de Problemas Internos
Tergiversar información puede servir también como táctica de distracción frente a problemas internos, desviando la atención y el escrutinio público de cuestiones económicas, sociales o de derechos humanos hacia supuestas conspiraciones o acciones hostiles externas.
5. Mantener la Cohesión Interna
Al enfocar la narrativa en supuestas amenazas externas, se promueve la cohesión interna, apelando al nacionalismo y al patriotismo. Esto puede ser particularmente efectivo en momentos de crisis, donde la unidad nacional se presenta como esencial para la supervivencia del país y sus ideales.
La efectividad de estas tácticas depende en gran medida del control estatal sobre los medios de comunicación y el acceso a fuentes de información alternativas. En el contexto cubano, aunque el acceso a Internet y las plataformas digitales ha crecido, el gobierno aún ejerce un control considerable sobre los medios tradicionales, lo que puede facilitar la difusión de versiones oficiales sin contrapartes. No obstante, el incremento en la conectividad y el uso de redes sociales han abierto nuevos espacios para el debate y la circulación de información, desafiando el monopolio informativo del Estado y ofreciendo a los ciudadanos herramientas para contrastar y cuestionar las narrativas gubernamentales.