Los Pichy Boys han sido vocales sobre su postura política y el impacto que tienen los artistas cubanos en el exilio. Su crítica hacia los nuevos artistas cubanos que realizan conciertos en Miami sin mencionar la dictadura en Cuba y los más de 1,500 presos políticos refleja una preocupación recurrente dentro de la diáspora cubana.
Ellos argumentan que, al mantenerse en silencio sobre la situación en Cuba, estos artistas pierden una oportunidad crucial para usar su plataforma y alzar la voz por la libertad y los derechos humanos de su país. Para Los Pichy Boys y muchos de sus seguidores, hablar contra la dictadura no solo es un acto de solidaridad con los que sufren dentro de la isla, sino también un deber moral como parte de una comunidad que conoce de primera mano las consecuencias del régimen.
En este contexto, el debate se centra en si los artistas tienen una responsabilidad de ser voceros del cambio político, o si su rol debe limitarse al entretenimiento, un tema que genera posiciones encontradas en la comunidad cubana en el exilio.
En sus redes sociales se averguenzan que en el estadio se coreaba “Boo Otaola” en vez de enviar un mensaje a la dictadura que en su lugar si hacia referencia en sus noticieros un resumen del exito de Bebeshito en su primer concierto en Miami.