Yamila, conocida en los círculos más exclusivos como “Irina”, es una mujer cuya historia trasciende el glamour, el poder y las sombras de su pasado. Desde su humilde comienzo en un barrio de La Habana hasta convertirse en una empresaria reconocida en Miami y Las Vegas, su vida está marcada por decisiones audaces y una capacidad asombrosa de reinventarse.
En esta entrevista, Yamila habla sobre su evolución de una joven que usó su belleza para sobrevivir, a una mujer que supo capitalizar sus oportunidades y transformar su vida.
Entrevista
Pregunta 1: ¿Cómo fueron tus comienzos en la profesión?
“En Cuba, mis padres me becaron en los 90. Mi vida social siempre fue intensa, desde ser la novia de medio colegio hasta mis romances con figuras influyentes. Mi relación más importante fue con el subdirector académico, Guillermo, quien me enseñó a usar mi encanto para alcanzar objetivos.
Todo comenzó cuando se presentó la oportunidad de un viaje a Francia. Guillermo quería ir, pero solo había tres plazas. A través de él conocí a un dirigente estudiantil casado. Lo seduje, chantajeamos juntos, y Guillermo consiguió el viaje. Eso fue un punto de quiebre: entendí que la vida convencional no era para mí. Si tenía belleza, debía aprovecharla.”
Pregunta 2: ¿Qué opinaban tus padres de todo esto?
“Mis padres entendían la realidad de Cuba. La supervivencia tenía su precio, y en los 90 todos sabían que los valores eran lo primero que se perdía. Nunca me reprocharon nada porque yo ayudaba mucho a mi familia. Eso sí, alguna tía puritana intentó criticarme, pero el beneficio que traía a mi hogar pesaba más.
Aun así, siempre me distinguí del resto. Nunca estuve en la calle ni me sobreexponía. Lo mío siempre tuvo nivel.”
Pregunta 3: ¿Tuviste novios cubanos?
“Claro, aunque no tengo buenos recuerdos de la mayoría. Mis relaciones siempre fueron con hombres de poder: hijos de Fidel, generales, diplomáticos. Incluso conocí a Fidel Castro en persona y a su esposa. En ese momento, todos decían que parecía una estrella de Hollywood. Fue una etapa interesante, pero nunca fue algo sentimental; todo tenía un propósito.”
Pregunta 4: ¿Cómo saliste definitivamente de Cuba?
“Mi salida fue estratégica. Tras graduarme en la universidad, tenía un romance con el hijo de un general. Él se oponía a nuestra relación porque yo había estado vinculada con figuras de alto perfil. Fue entonces cuando Manuel, un agregado comercial español, apareció como mi oportunidad.
Fingí un embarazo y él aceleró los trámites. Incluso pedí al general que utilizara su influencia para obtener mi pasaporte rápidamente. Lo conseguí el mismo día. En los 90, esto era inaudito.”
Pregunta 5: ¿Cómo evolucionaste en tu vida fuera de Cuba?
“En Europa, aprendí a ser más que una mujer bonita. Conocí a políticos, empresarios y artistas que me enseñaron el valor de la estrategia y la clase. Después de unos años en España y Francia, fui a México, donde intenté triunfar en la televisión. Aunque no funcionó, esa experiencia me llevó a los Estados Unidos.
En Miami y Las Vegas, logré establecerme en círculos exclusivos, pero mi verdadera transformación llegó durante la pandemia. Decidí invertir en bienes raíces y abrir un negocio de restaurantes con uno de mis amantes. Coloqué a mi familia en puestos clave, asegurando que tuvieran un futuro estable.”
Pregunta 6: ¿Qué mensaje le darías a las mujeres que están en situaciones similares a las que tú viviste?
“Todo es cuestión de perspectiva y ambición. A veces, nuestras circunstancias nos obligan a tomar caminos inesperados. Lo importante es no quedarse atrapada. Hay que aprender, evolucionar y encontrar una forma de salir adelante, pero sin olvidar nuestras raíces ni las personas que nos apoyaron en el camino.”
Hoy, Yamila es mucho más que la “mujer misteriosa” que un día cautivó a políticos y magnates. Con sus negocios y su carisma intactos, su vida es un testimonio de reinvención y resiliencia. A pesar de su pasado lleno de controversias, ella se define como una mujer que nunca dejó de luchar por lo que quería.
“La belleza abre puertas,” dice Yamila, “pero la inteligencia es lo que las mantiene abiertas.”