Tampa –Danay Pino Moreno cada día viaja desde Alturas de la Lisa, una barriada de escasos recursos en la periferia oeste de la capital hasta el municipio Playa. En Miramar, un sitio con afluencia de turismo y menos pobre se sienta con su bebé en brazos en la esquina de la calle 70 entre Tercera y Primera, zona hotelera.
“Yo no pido nada. Solo me siento acá y la gente se baja de los carros y me dan algo. Con eso compro las cosas del niño”, dijo Danay a Cubanet, mientras sostenía a su bebé de nueve meses.
Hace dos años, Pino perdió su casa producto a un incendio. Unos cables en mal estado la dejaron en la calle y destruyeron las pocas pertenencias que tenía. Desde entonces ha pedido ayuda a las autoridades sin otra respuesta que : “No hay”. A pesar de su condición de madre soltera de dos menores de edad, el Gobierno no ha encontrado sitio para su familia en un albergue. Y las esperanzas de una vivienda son nulas.
La ayuda se resumen a, por su condición de “caso social”, una pensión de cinco mil pesos equivalente a un paquete pequeño de pollo. “Es lo único que me dan”, resalta.
“Me alquilo en un cuartico en la Lisa. No tiene refrigerador, ni nada. Es solo un lugar para dormir”, cuenta esta madre.
