Cuba: la guerra interna. La crisis económica que golpea a Cuba no solo se explica por el embargo estadounidense ni por las deficiencias estructurales del socialismo caribeño. En el corazón del poder comunista se libra una batalla silenciosa entre facciones que compiten por influencia, divisas y control político. Militares, tecnócratas, cuadros del Partido y redes mafiosas se disputan el futuro del país, en una pugna que rara vez se hace pública pero que condiciona cada decisión del régimen.
Un poder fragmentado
- GAESA, el brazo militar: El conglomerado empresarial de las Fuerzas Armadas controla el turismo, la logística y gran parte de las divisas. Su funcionamiento se asemeja al capitalismo corporativo, lo que le otorga ventajas frente a otros sectores estatales.
- Tecnócratas pragmáticos: Economistas y gestores que promueven reformas parciales, buscando modernizar empresas estatales sin romper con el sistema socialista.
- La ortodoxia del Partido: Funcionarios que defienden la línea ideológica más rígida, priorizando la preservación del control político sobre cualquier apertura económica.
- Mafias locales: Redes de corrupción y tráfico de influencias que operan en provincias y municipios, aprovechando la escasez y la falta de transparencia.
Una guerra invisible
No es un conflicto armado, sino una lucha intestina por cuotas de poder y acceso a sectores estratégicos. El régimen evita mostrar fracturas para mantener la imagen de unidad revolucionaria, pero analistas señalan que estas tensiones explican la parálisis de las reformas y las decisiones económicas erráticas.
“Las pugnas internas han convertido cada intento de reforma en un campo minado. Ningún grupo quiere perder privilegios”, explica un académico consultado por medios independientes.
Consecuencias para la población
La corrupción y el clientelismo agravan la crisis de abastecimiento. Mientras las élites se disputan beneficios, la población enfrenta inflación, escasez crónica y deterioro de servicios básicos. Las medidas económicas suelen anunciarse tarde, sin debate público y con escasa efectividad, lo que alimenta la percepción de incompetencia.
Reformas bloqueadas
Foros internacionales y expertos han advertido durante años que las políticas aplicadas en Cuba no ofrecen soluciones reales. El gobierno ha escuchado recomendaciones, pero pocas se han implementado. El resultado es un estancamiento que perpetúa la crisis y frena cualquier salida sostenible.
