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“Desconfianza Geopolítica y Seguridad Cibernética: La Decisión de EE.UU. de Bloquear la Conexión de Cuba a la Red Arcos-1”

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Cuba a la Red Arcos-1

El gobierno de Cuba, al referirse a una “guerra digital,” tiende a proyectar una narrativa en la que se presenta como víctima de ataques y desinformación provenientes del exterior. Sin embargo, este discurso se contradice con sus propias acciones internas, como el bloqueo o restricción del acceso a internet durante protestas o momentos de tensión social, con el objetivo de controlar la información y prevenir la organización de manifestaciones.

En lugar de fomentar un debate abierto, el gobierno cubano ha reprimido el libre flujo de información, limitando el acceso a plataformas independientes y censurando contenidos que no estén alineados con los intereses del Partido Comunista. Este control de los medios digitales forma parte de una estrategia más amplia de vigilancia y represión, que silencia las voces críticas y sofoca el disenso dentro del país.

Entonces, hablar de una “guerra digital” por parte del gobierno cubano parece más un intento de justificar sus medidas restrictivas y de consolidar el control sobre la narrativa que se difunde, tanto dentro como fuera del país. La falta de acceso a internet durante las protestas no es una mera táctica de defensa, sino una forma de opresión para evitar que el pueblo cubano pueda expresarse y organizarse libremente.

Sin embargo, la recomendación del Departamento de Justicia de Estados Unidos en noviembre de 2022 para denegar el permiso que permitiría conectar a Cuba con la red de cables submarinos Arcos-1 está relacionada directamente con preocupaciones de seguridad nacional, incluyendo el espionaje.

El cable submarino Arcos-1 es una infraestructura crítica que conecta a varios países del Caribe y América Latina con el continente estadounidense, proporcionando un acceso más rápido y directo a internet. Permitir que Cuba se conecte a esta red plantearía preocupaciones para las autoridades estadounidenses, especialmente considerando las relaciones cercanas de Cuba con países adversarios de Estados Unidos, como Rusia y China.

El Departamento de Justicia, a través del Comité de Evaluación de Participación Extranjera en el Sector de Telecomunicaciones de EE.UU. (Team Telecom), justificó su recomendación argumentando que la conexión podría facilitar el acceso de actores extranjeros maliciosos a las redes estadounidenses, lo que aumentaría el riesgo de espionaje, ciberataques y otras amenazas a la seguridad nacional. Dada la infraestructura crítica que pasa por los cables submarinos, una conexión directa con Cuba podría, en teoría, ser explotada para realizar actividades de vigilancia y ciberespionaje por parte de aliados de Cuba.

Así que, la recomendación de denegar el permiso para conectar a Cuba a esta red responde a la misma lógica de proteger las infraestructuras cibernéticas y evitar que enemigos de EE.UU., que tienen vínculos con Cuba, utilicen esta conexión para obtener información sensible o interferir en las redes estadounidenses.

La decisión de denegar la conexión de Cuba a la red Arcos-1 también puede interpretarse dentro del contexto histórico y geopolítico de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, marcadas por la desconfianza mutua y los alineamientos internacionales del gobierno cubano.

Cuba ha mantenido durante décadas alianzas con países que tienen una postura adversa o competitiva frente a Estados Unidos, como Rusia, China, Irán y Venezuela. Estas alianzas, especialmente durante la Guerra Fría y en los años posteriores, han influido en la percepción de Cuba como un actor potencialmente hostil para los intereses de seguridad de EE.UU. Además, el régimen cubano ha mantenido una retórica antiestadounidense que ha alimentado la desconfianza. Esta retórica, junto con sus relaciones internacionales, ha reforzado la idea de que permitir un acceso más directo de Cuba a infraestructuras críticas como la red de cables submarinos podría poner en riesgo la seguridad nacional de EE.UU.

El alineamiento de Cuba con estas “culturas ajenas al occidente” —es decir, con gobiernos que no comparten los valores democráticos occidentales y que han sido vistos como rivales de EE.UU.— ha sido un factor clave en las decisiones estratégicas estadounidenses hacia la isla. Las preocupaciones sobre el espionaje cibernético y las amenazas de seguridad relacionadas con el acceso a internet están vinculadas, en parte, a la percepción de que Cuba podría ser utilizada como una plataforma por estos aliados para llevar a cabo actividades de espionaje o ciberataques.

El discurso histórico del gobierno cubano, que ha sido temeroso y conflictivo con EE.UU., contribuye a que se mantenga una postura restrictiva en cuanto a su acceso a infraestructuras estratégicas. El temor de que un acceso fluido a la red de cables pueda ser explotado por adversarios de EE.UU. es una consecuencia directa de las decisiones políticas que han marcado las relaciones internacionales de Cuba.

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